Necesitamos más programas de divulgación.
La caja tonta, ese nombre del que recibe ese dispositivo que ocupa un espacio privilegiado en nuestros hogares, no debería limitarse a contar lo que es baladí.
Recuerdo que cuando el instituto de estudios medios, nos organizaba excursiones a museos, los estudiantes teníamos la oportunidad de comentar, comprobar y analizar lo que estábamos estudiando, es decir, del papel a lo que podían ver nuestros ojos, nuestros oídos o nuestras manos.
Años más tarde, ya siendo adulta, llevé a mis muchachos de museos, y les dejé que me explicaran: vimos sarcófagos, momias, incluso en uno de ellos, se puede experimentar los efectos de catástrofes, como los Últimos días de Pompeya.
Aprender de los errores del pasado y conocer la orografía de tu territorio es vital, para evitar que las catástrofes no se cobren con vidas.
Qué supone la desertización? Cómo afecta la falta de árboles a la fertilidad de la tierra?
Otro de mis recuerdos infantiles, era que nos explicaron que el agua es un bien escaso. Aún asisto a situaciones de inundaciones y agua no aprovechada. Alzando campos de golf y pueblos con horarios para disponer de agua.
Y gracias a este desconocimiento inducido, se llega prohibir que se hagan selfies a un volcán en erupción.
Me gustaría que igual que muchos aplicamos la lógica, es decir, los ciudadanos de a pie, los de arriba buscasen como anticiparse a los hechos, y ante catástrofes naturales, saber que no pusimos la mecha nosotros, que no abonamos el terreno o que no tiramos la colilla al monte.
Mi solidaridad con los que están perdiendo, debido a fenómenos de la Naturaleza inoportuna, el fruto de su esfuerzo.
RMBM